sábado, 30 de agosto de 2008

ocho

¿Qué nos llevaba, entonces? ¿Qué fuerza nos empujaba hasta la línea que se traza con tiza en día de viento, hacia ese borde desesperado donde se muere todo, salvo el trabajo forzado del testigo?
La calle Zabala está arbolada y en primavera su sombra es la más densa. Hilitos de luz amarilla señalan fragmentos de tu cara. Ahora es tu boca el primer plano incomprensible de esta extraña película. Un trailer de años por veredas arboladas, un pasadizo entre el pequeño cuarto íntimo y la ancha calle oscura. Tu voz se alarga como un camino a recorrer. Tu mano me sostiene en la oscuridad del mundo en el que asomo, sin pedirlo. Ahora no podés volver atrás. Así sucede cuando algo se descubre, no hay manera, no hay chance de ocultarlo, de ocultarse.

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